«Hay ciertas cosas que no puedo contar a nadie, excepto a la gente que ya no está aquí».
Todo comienza con un trabajo de Lengua: escribirle una carta a alguien que haya muerto.
Laurel escoge a Kurt Cobain porque su hermana lo adoraba. Y porque él murió joven, como ella. En poco tiempo tiene un cuaderno lleno de cartas a Judy Garland, Amy Winehouse, Heath Ledger y muchos otros. Sin embargo, no se las entrega a su profesora. Les escribe sobre el comienzo del instituto, sus nuevas amistades, su primer amor y sobre cómo está aprendiendo a vivir ahora que su familia se ha roto. Y sobre lo que ocurrió cuando su hermana aún estaba viva.
Zev Hunter era un guerrero de élite, un asesino de sangre oscura de licanos renegados que se dedicaban a cazar humanos. Era un solitario, jamás se permitía crear vínculos personales, y era tremendamente fiero en su trabajo. Pero Zev empieza a cuestionarse su pasado y su propósito cuando despierta en la oscuridad de la cueva secreta de los guerreros... y recupera la conciencia oyendo la voz sensualmente familiar de una mujer, la mujer que lo ha perseguido en sus fantasías durante siglos, Branislava, miembro del clan de los cazadores de dragones... Para esta tentadora mitad maga, mitad carpatiana, el ritual de despertar a Zev al consejo de los guerreros era la única forma de salvarle. Encerrado por su propia seguridad, ha llegado el momento de que renazca, de que su sangre se mezcle con la de los antiguos guerreros que vivieron antes que él. Branislava le ha asegurado que sus destinos están entrelazados, que sus espíritus estarán unidos por toda la eternidad y que su nuevo propósito en la vida está más allá de lo imaginable. Ahora, tras jurar con sangre un voto de honor, piedad y resistencia, y bajo la influencia de una sirena tan seductora como Branislava, Zev empieza a preguntarse cuál será ese propósito, qué significará para el futuro de los carpatianos y qué hay en su renacimiento que deba temer...
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